Ricardo Martínez
Editor
“Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”
Esta frase la pronunció Jesús en el Sermón de la Montaña hace unos dos mil años, pero todavía la humanidad se debate en una guerra dialéctica en la cual todavía no se ha aclarado exactamente qué es la Verdad. De hecho, un tiempo después de que el Maestro haya predicado estas palabras Poncio Pilato, antes de condenarlo, le preguntó: “y qué es la Verdad” y éste enmudeció.
Entonces nos viene una pregunta obligatoria ante tal escena de gente acusándolo de miles de cosas y que él, siendo hijo de Dios, nos imaginamos que sabía que todo esto quedaría registrado para la historia ¿por qué enmudece ante una pregunta tan importante? ¿No pudo haber evitado tantas guerras religiosas y hasta políticas que se sucederían a lo largo de los siglos respondiendo a Pilato de una vez y por todas?
¡Ese solemne mutismo del maestro, ese silencio se ha hecho viral durante dos mil años y que pase lo que pase, se sigue hablando de él! ¿Por qué no respondió de una vez por todas a su verdugo?
La respuesta se haya en el mismo silencio, el Maestro fue tan contundente que ni siquiera nos dimos cuenta de su respuesta. Y es que la verdad no se puede expresar con palabras, que para llegar a la verdad, la mente tiene que parar. La mente está en el pasado, ignora el presente y se imagina el futuro, lo cual convierte en vana cualquier doctrina espiritual si se confunde la doctrina con el fin para el que fueron articuladas.
Sólo el silencio más absoluto nos traerá la respuesta. Existe otra frase de la Biblia que se haya en un salmo: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios”. No hagas nada, sólo escucha el mensaje infinito y redundante que nos comunica la misma naturaleza. La Divinidad nos habla por medio del Silencio, el avispero mental no nos deja escuchar sus palabras. Pero en el silencio escuchamos alto y claro.
Por eso los cristianos de la antigüedad y los maestros orientales siempre han insistido en detener el flujo mental para llegar a la fuente misma de inspiración de la vida y de toda la Creación. Para lograr este silencio se servían de la meditación, en el caso de los cristianos, utilizaban un mantra muy conocido que es el “Kyrie Eleison” que repetían de manera incansable en sus oraciones, hasta que la mente se volvía una con el mantra antes de trascenderlo y conocer la verdad directamente de Dios. En Oriente utilizaron y utilizan métodos similares, además de la contemplación. Los sufíes, además de mantras, danzan girando sobre sí mismos, concentrados en el momento presente para trascender el estado de la mente.
Y es que la palabra y el discurso sólo son el mapa hacia donde debemos dirigirnos, no son el destino que prometen. Si los seguidores de Cristo y de todas las religiones hubiesen entendido el mutismo del Maestro hace dos mil años hubiera cesado todo intento de convencerse el uno al otro sobre cuál es la verdad.
“El Tao que se puede definir
No es el Verdadero Tao.”
Lao Tse